PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN QUE FAVOREZCAN LAS RELACIONES SOCIALES CON LOS IGUALES

Imprimir PDF
La cuestión sobre qué se puede hacer desde la escuela para ayudar a los niños/as que no cuentan con la aceptación de sus compañeros ha motivado gran cantidad de investigaciones destinadas a diseñar programas de intervención que favorezcan la competencia social y las relaciones sociales de los niños con sus iguales. La mayoría de estos programas utilizan distintas técnicas de aprendizaje, como la instrucción verbal, el refuerzo, la imitación, el juego de roles o el modelado de conductas, para conseguir que los niños adquieran nuevas estrategias de interacción y mejoren sus relaciones sociales. A continuación se presentan algunos enfoques que agrupan diferentes programas de intervención:
  • Programas de intervención destinados a promover el desarrollo de la capacidades que son necesarias para establecer relaciones sociales, como tener expectativas favorables hacia la interacción con los otros, la empatía, la toma de perspectiva social, la cooperación, la comunicación, etc. (López y cols., 1994).
  • Programas de entrenamiento para la resolución de problemas sociales. Intentar ayudar a los niños a idear formas socialmente aceptadas y creativas de resolver los conflictos relacionales más frecuentes que aparecen en las relaciones con los iguales. En general, se basan en el modelo cognitivo de resolución de problemas sociales propuestos por Dodge (1986): analizar la situación, generar diversas alternativas, analizar la situación, generar diversas alternativas, analizar las ventajas e inconvenientes de cada una, seleccionar la que se considere más adecuada, llevarla a cabo y evaluar los resultados obtenidos.
  • Programas de intervención para modificar las atribuciones que realizan los niños sobre los compañeros. Pretenden modificar la interpretación y atribución de intenciones que generan sus niños en sus relaciones con los iguales. Los niños rechazados, por tener estrategias de tipo agresivo, tienden a malinterpretar la acciones de los otros (perciben como críticas las sugerencias, atribuyen mala intención a un acto realizado accidentalmente, consideran hostiles acciones neutras, etc.). El objetivo de estos programas consiste en entrenar a los niños para que perciban e interpreten las intenciones y acciones de los otros con mayor precisión, dirigiendo la atención a la expresión facial y gestual de la otra persona, considerando la relación con la víctima o fijándose en la reacción del compañero después del suceso.
  • Programas de entrenamiento en habilidades sociales. Estos programas enseñan a los niños conductas específicas para mejorar las relaciones con los compañeros (Oden y Asher, 1977; Asher y Renshaw, 1981). Procuran que los niños adquieran habilidades como aprender a iniciar una conversación, acercarse a un desconocido, solicitar ser integrado en la actividad de un grupo, hacer comentarios positivos a las opiniones de los demás, saber cuando intervenir o preguntar, expresar el desacuerdo de forma adecuada, etc. Una vez aprendidas estas habilidades en el contexto de entrenamiento, se intenta que se generalicen a las interacciones cotidianas del niño con los iguales.
  • Algunos programas destinados a mejorar la aceptación social de los niños consisten en emparejar a un niño de estatus rechazado para que realicen juntos tareas y juegos cooperativos durante los períodos del recreo y juego libre (Morris, Messer y Gross, 1995). Se ha comprobado la utilidad de estos programas porque con su aplicación aumenta la probabilidad de que ambos niños (popular y rechazado) sigan jugando juntos después de finalizada la intervención y, además, porque los compañeros de clase que observan al niño rechazado jugar con el popular, se animan a interaccionar con él, aumentando así la probabilidad de que los compañeros inicien interacciones con el niño rechazado, mejorando su aceptación e integración en el grupo de compañeros.
  • Intervenciones de apoyo. Hacen referencia a las diversas actuaciones de los profesionales destinadas a combatir la mala imagen que pueda tener el niño entre sus compañeros. Con frecuencia, los niños rechazados, además de serlo, tienen bajo rendimiento académico, tienen problemas familiares o necesitan apoyo concreto en alguna faceta de su desarrollo. Pues bien, estos programas contemplan atender a esa problemática adicional. Por ejemplo, el entrenamiento en habilidades académicas suele tener un efecto beneficioso no sólo en el rendimiento académico sino también en el autoconcepto y en la conducta general del niño en la clase, lo cual, a su vez, influye en la evaluación social que el grupo hace del niño. Este tipo de intervenciones pretende cambiar la percepción que tiene el grupo del niño porque su mala imagen puede estar minando los esfuerzos que pueda realizar el niño para lograr mejores relaciones. Según este planteamiento, los esfuerzos para mejorar las habilidades sociales de los niños rechazados o aislados no deben dirigirse únicamente al niño, sino también a modificar la percepción social que los compañeros tienen de él, para lo cual las opiniones que el maestro expresa sobre el niño juegan un papel trascendental porque pueden contribuir a mejorar no sólo la autoestima del niño, sino también la valoración social del niño dentro del grupo. Otro elemento clave para mejorar la situación del niño aislado o rechazado es ayudarle a encontrar al menos un amigo. La amistad puede remediar los sentimientos de soledad e inspirarle confianza en sí mismo con el consiguiente aumento de la autoestima y su repercusión positiva en las relaciones con los compañeros.
Bibliografía: López, F.; Etxebarría, I.; Fuentes, MJ; Ortiz, MJ (coord.). Desarrollo afectivo y social. Ed. Pirámide, 2000

No hay comentarios: